Angela Velasco García

"Morir, depués de haber sentido todo y no ser nada." Teresa Wilms Montt


Aforismos y axiomas

Entre islotes de pensamientos vagos
sostengo continuos planteamientos inconexos,
que no son más que la panacea
cargada de culpabilidad hacia mi.

Danzando entre las bitácoras de nuestros recuerdos
y el preludio del futuro ,
trato de navegar pero el oleaje de tú verborrea
me aísla y me suprime a rellenar
los vacíos de tus palabras con imágenes utópicas,
dolientes pero seguras.

Y no soy partícipe ni propago de la pureza,
pero al menos de puntos claros y de señales certeras
está llena mi boca.

Eliminemos ese panorama de incertidumbre mutua,
propongo que los labios frescos que en consonancia se unieron,
sean los míos hoy, y que volvamos a ser Mayo y Julio,
que seamos verdad, seamos poesía.
Seamos amor en bruto, seamos el mercurio en los termómetros,
seamos huellas simétricas, pero seamos uno y seamos juntos.

Van juntándose cada partícula inconexa,
cada pensamiento irracional y cada dilema
supuestamente resuelto.
Podría abogar en función de tantos brillos fundidos,
a tantas amputaciones, a tantas veces ceder,
y con franqueza afirmar, que no existe panacea en el amor,
que simplemente la naturaleza es desequilibrada
y la armonía efímera.

En el lado contrario a las barreras de las palabras eruditas,
de la ira, de lo supremo, se va agobiando una alma
presa de su libertad. Al tratar de vociferar su universo
y su sentido de pertenencia,
se abruman con albas negras y deseos oscuros.

Pero ya no, se ha detenido; se ha hecho fuerte, y grita
no más guerra, no más lágrimas, no más metas en papel,
no más espera sin esperanza.

Siente la empatía de los que sufren
y se alimenta positivamente de la vida,
y sólo desea que le entregues
la potestad de amarte como se ama
y te dará su acta de defunción.

Bajo la misma canción que guarda los mismos secretos,
encuentro motivos como papeles en la calle
y besos rotos que cuelgan de las paredes.

Cada paso multiplica un pensamiento, una duda,
que se ahogan en la retórica de la moral,
fracturando los cimientos de mis principios
y sumiéndome en la penumbra de espejos rotos y manos sucias,
donde el llanto me hunde en las ciénagas de la culpa,
y en la agonía desesperada de jugar origami con la vida.

Y me pregunto: ¿Cómo se enmiendan tantas falacias?
¿Cómo se suprime el dolor?,
¿Cómo se desentiende el alma para hacerse más libre?,
¿Cómo evitar adjetivos nauseabundos?,
¿Cómo transmitir verdad con unos labios falsos?,
¿Cómo recuperar los fragmentos que han caído, que han sido pisoteados por el rencor?
¿Cómo amar con dolor?,
¿Cómo evitar que las consonantes se vuelvan en tu contra?
¿Cómo evitar que los sinónimos te hagan una fiesta en el infierno?
¿Cómo juntar dos partes del corazón?

¡Ay los sabios! Amados sabios,
como era de inmenso el saber de los hijos de puta,
tan admirables, tan intachables,
con obras perfectas sin dirección,
y con ensayos victimas de las criticas más aduladoras,
pero careciendo de instrucciones para los mortales.

Y ahora el mundo de hoy donde nos hacemos,
¡No!, es más, nos creemos divinos, más celestiales y exquisitos,
cuando no somos más que materia en descomposición,
carne humana, sólo eso, humanos.

Bajo los rieles que algunos asumen como su fe,
y otros las juegan al azar del destino,
pintan sueños que inconcientemente están marchitos,
aún antes de poder concebirlos,
e irrefutablemente invade la perenne sensación de vacío
por un Dios que periodicamente nos olvida, queda caduca,
y para hacer lo correcto, aunque el mundo sea cruel y carezca de sentido,
caida del pensamiento moralista,
queda ahogada en nuestras lagunas cotidianas de ira,
inconformidad e incertidumbre.

Descubre lo que mis ojos perciben,
interpreta lo que mis oídos son capaces de escuchar,
Y mi boca de pronunciar.
Más allá de mis huesos craneales, en su forma visceral,
existe lo que coloca mi mundo de cabeza.
Cuando mis sueños se enturbian,
entrelazo mis dedos a tu mano, y me siento a salvo, segura.
Y me paseo entre cereales de dulce de leche,
Con gotas de frustración y melancolía,
Con charlas en el balcón y risas que parecen interminables.


Camino sin equipaje, sin más que tu rostro en mis ojos
Mis manos como tus esposas y de tanto en tanto,
Descalzando los tormentos que atrofian la felicidad,
Para hondearte en la aurora del tiempo; que no te detienes a sentir.
Inconexamente seamos par al andar,
Figurando una vida de plenitud, de amores eternos,
De besos fugaces de orilla al mar y copas de vino,
e ir contemplando tu iris hasta desgastarlo.


Vamos, anda, paséate conmigo, cristalicemos prosas,
Y hagamos guerra con nuestros labios.
Flotemos hasta Deimos y luego ponle mi nombre a una estrella,
Y más minutos a nuestras noches y más celos a la luna.
Memoriza el olor de mi piel, paséate en ella.
Anda, vamos, que quiero sentir tu hombro al caminar,
Y tu calma mientras pierda el juicio.
Paséate porque mis palabras son ideológicamente efímeras,
Si no rozas con ellas.