Angela Velasco García

"Morir, depués de haber sentido todo y no ser nada." Teresa Wilms Montt


Aforismos y axiomas

Detrás de tres tazas de café de este domingo,
hay un alma que sigue en remojo,
sigue en un limbo de silencio.
Sostiene respuestas que sobresalen de sus manos
y van a dar al piso cual estallido de granada.

Yace en pausa y siente inverosímil respirar la realidad.
Es triste pero fotografiada de una forma casi celestial,
hermosa, casi imperceptible para los mortales
que deambulan en esta jungla de concreto.

Esta alma es una capa, un disfraz, ella es huérfana,
han decidido abandonarla hace tanto tiempo,
y aunque sus labios culposos
se han rasgado para demostrar la verdad, esta, ha sido sorda,
es pura, pero ya no creíble.

Y sigue ella en ese silencio de sonidos sincopados,
sigue ella callada y sumisa, sigue ella amando y muriendo,
sigue ella loca, buscando el amor de un muerto,
libre en una jaula de acusaciones profanas,
en ese limbo eterno e imperceptible del que anhela despertar.

Él, ese vibrante amigo,
Él, que no puede perder lo que no ha tenido,
Que no puede tener lo que es libre, me tiene a mí.
Él, espíritu libre y ejemplo de autenticidad,
Él, de impulso viajero y esclavo de la perfección,
Él, ese soldado de guerra que lleva una cayena colgando de sus dedos,
Él, que es grande entre lo pequeño, y pequeño entre lo infinito.

Él, que vislumbra claridad desde su interior hasta los astros,
Él, rostro de paz y deseo. Él, que es caudal de mis lágrimas,
Él, que es intruso en mis amaneceres, en mis crepúsculos,
Así de sublime, tan sublime.

Él, que se sobrecarga de ambiciones ambivalentes,
Él, que da un paso hacia adelante y yo tres hacia atrás,
Hasta verle caer en el escenario donde tengo el poder.
Él, de ojos profundos e inalterables,
Él, que ha cambiado el color de mi sangre,
Él, que es una paradoja de sueños, que es un laberinto exquisito, sin extravío.

Él, que se frustra ante mi poesía y posterga preguntas no contestadas,
Él, es por quien mis maletas de vida se llenan,
Él, es por quien desfilo ciega a través de su esencia,
Él, que es humano me hace más humana,
Él, tal cual Dios, admirable y omnipresente,
Él, a quien mi corazón decidió suicidarse en sus manos,
Ese hombre, es a quien amo.

Eventualmente deambulo,
meditando con las neuronas adormecidas,
a través de esos ojos verdosos,
acentuados por tenues ojeras y leves tonos rojizos,
que entreabiertos; suplican ser besados.

Te alejas de babilonia por esos lentos canales
hasta encontrarnos en las ciénagas de nuestras culturas,
aunadas a la melodía reverberante del tío Bob.

El fondo es casi imperceptible y no importa tocarlo
mientras estemos ebrios de esto,
mientras estemos disléxicos y dónde sólo exista
la tierra prometida, que aunque efímera,
la hayamos innumerables veces.

Pero es posible, si que lo es,
poder palpar el mundo que nos pertenece,
sin el exquisito surrealismo de cuatro y veinte,
podemos, porque esas mismas tablillas que enlazaron
estas bifurcadas vidas, se mantienen inertes y optimistas.
Sí mi amor, sobrevive, nuestro cielo, sobrevive.

Todavía me perturba observar diferencias abismales
y términos difusos entre nosotros.
Estos círculos concéntricos de fantasmas decapitados,
se siguen cavado en ti, y desconozco las razones
por las que te niegas a evitarlos.

Son tan implícitas nuestras afecciones que se
retuercen y agigantan, mudas, hasta hincharse de odio y reventar,
haciendo lamentable el ir poco a poco hallando esas minúsculas
palabras, que distraigan la dirección
de las bombas de tiempo impredecibles.

Pero ya no, ya lo ves, ha sido un peldaño ascendido,
es ahora un montón de carroña que no produce hedor,
y mientras tanto me sigo paseando despistadamente
bajo esos trasfondos rojos y palpables de tus punzantes teorías.

Sin hallazgos positivos, sin ubicar el meollo,
sin volver mis ojos nuevamente a lo infalible, a lo sereno
que continúa reposando porque se siente seguro,
sin todavía agotarse los versos ni los besos, ni su reserva.

Aquellas barcas de papel y prosas coloridas,
la sutil torpeza que mostraba una risa de dulzura en tus labios,
la tibieza de las sábanas encasilladas en paredes que se tildaban
sollozas, y es lamentable que se despinten
y que nuestras extremidades no se esfuercen por sostenerlas,
pero nos hemos vuelto miopes por esas malditas doctrinas.

No es tan tarde, no lo es, así que,
la voluntad no ha expirado amor,
es un segundo episodio de nuestra felicidad,
es una revancha a las vicisitudes,
es una estación duradera.

Nuestros amaneceres se desgarran sombriamente
cuando vagan indefensos aquellos recuerdos
que paulatinamente se han desenfocado.
No, no, el norte no se ha perdido,
sólo que hemos mirado en otra dirección,
dirigiendo nuestros propios comportamientos
al derrotar la anarquía para sobresaltar la libertad reprimida.

Pero vamos, acá estoy, mirame, y elude el planteamiento estoico
e imagina una senda en blanco. Figura ese bosquejo carnal
que la moralidad no te permite concebir,
que mis labios aguardan a dos milímetros y
cinco mil deseos en una olla de presión.

Ya parecía haberse dormido, sumisa e indiferente
y sin mayor euforia, su rostro retoma el foco.
Vibran en colores aquellas luces, aquellas melodías,
que interpelan por el sentido perdido
y la tentativa por encontrarlo de nuevo.

Necesito el consumismo del silencio y la libertad,
para desintoxicarme de los espejos dictadores
y de la sofocada conciencia, y poder contemplar
tus ojos mientras viajo en un hoyo negro
a alguna parte y que la canción de la película
me haga volver luego.

Los hábitos son difíciles de quebrar
y la voluntad de sostener,
así que la verdad emerge como un abismo inminente
que se acorta cuando la balanza comienza a desfavorecer,
y temo, no por mi ser egoísta, sino por ti,
que eres primavera de besos,
eres ese discurso liberador de mi alma,
eres el príncipe onírico de mi galaxia.


¿Y que hago yo? ensuciarte y desgastarte incansablemente,
pero hoy, es hoy que decido que ha acabado
la retórica desteñida, que cerré la teoría cíclica,
que la misma maldita cosa ha terminado.