Mis ojos se han descubierto incluso antes
de que rompa el silencio la perturbadora alarma.
Me veo aún en esa posición horizontal, nauseabunda y repetida,
en la que giran progresivaemte los rencores y malos recuerdos
que siguen en la papelera de reciclaje,
donde se van acumulando horas muertas y vacías.
He logrado que esta mente haga posesión de un galón de pintura blanca,
para cubrir la madeja de desfigurados pensamientos,
y los que aún siguen sin abrir.
Son escurridizos. Intoxican, despintan y enferman.
Me refugio bajo la almohada guardando versos efímeros y tersos,
pero vuelven latentes, redundando y desfilando esas malditas heridas,
que han formado un caudal sobre mi cuello,
desembocándolas violentamente en la garganta,
y sin fortalezas de romperlo, me arrodillan a la sumisión.
De la paz interna sólo quedan migajas,
y las ojeras han pasado de temporales a permanentes.
Es ahora que echo en falta el rocío del amanecer,
que estos ojos abiertos deben despertar,
y que son las tres de la tarde y no he desayunado.
Publicado por
A n g i e
0 comentarios:
Publicar un comentario